jueves, 11 de noviembre de 2010

Crear ciudadanos

Alain Touraine

Usted ha señalado que hay una desfiguración del Estado soberano en el contexto mundial actual ¿En qué medida el neoliberalismo ha contribuido a ello?

Este proceso de desaparición es mucho más antiguo. Soberano significa que tiene una legitimidad, que viene desde arriba. La noción de soberano prácticamente desapareció con la Revolución Francesa y la Revolución Norteamericana. La idea de soberanía ha perdido su fuerza en la medida en que el capitalismo ha tomado mayor autonomía y ha logrado predominio sobre el poder político. La globalización, que yo defino como la forma extrema del capitalismo, obviamente ha tenido un papel importante en esto porque se constituye como una serie de redes financieras y económicas que no tienen un centro de operaciones. La lógica interna del mercado es que no existe ningún control, ninguna regulación.

¿Cómo se palpa esa crisis del Estado soberano?

En que sus elementos se reparten en todos los niveles, del más global al más local, y la tecnología, más aún que la organización económica, escapa al control del Estado. La economía administrada, que había dominado el mundo de la posguerra, ha desaparecido casi completamente y es considerada, en los antiguos países comunistas e incluso en algunos países occidentales, como un obstáculo al desarrollo económico. El crecimiento económico viene en parte gracias a la tecnología y en parte a la motivación, por lo tanto lo económico hay que revincularlo con factores sociales de creatividad.

¿Cómo combatir este periodo de capitalismo salvaje?

No sé si el capitalismo es salvaje; el capitalismo en su definición es autónomo y precisamente busca su autonomía frente a todos los sistemas de regulación y control. El problema no es estar a favor o en contra del capitalismo, sino que el problema que hay que solucionar es que haya un sistema de control de la economía porque ésta no puede seguir siendo independiente de la sociedad, por cuanto termina destruyéndola y un ejemplo de ello es la desigualdad y la exclusión social, lo que desemboca en violencia como lo estamos viendo en varias partes del mundo.

¿La política perdió terreno frente a la economía?

Obviamente que sí, sobre todo en los últimos años. Pero hay un fenómeno curioso que se ha venido dando en Estados Unidos después del 11 de septiembre de 2001 y es que se puede observar que hay una fuerte preponderancia de lo político. Desde entonces, los temas económicos han perdido importancia y Bush logró su reelección dando prioridad en temas políticos, mientras sus adversarios en el mundo dan más importancia a los asuntos religiosos. Desgraciadamente lo político viene teniendo audiencia por los aspectos más negativos y no al revés como debería suceder, pues lo político es la capacidad de organizar intereses y proyectos sociales.

¿Cuál es su análisis de los efectos de la globalización?

La globalización se ha olvidado del individuo, de sus diferencias y de su identidad, imponiendo una dinámica en las sociedades modernas que afecta a las minorías, a las pequeñas etnias y a las sociedades pequeñas. El triunfo del sistema capitalista, sobre todo del capital financiero, se ha olvidado de los patrones culturales, de las tradiciones y nos ha impuesto un ritmo de vida diferente al que estábamos acostumbrados en otra época. Sin embargo, la globalización económica no implica homogeneización política.

¿Frente a los efectos negativos del neoliberalismo, la resistencia política es una respuesta adecuada?

Por definición. La política es el resultado de una voluntad, de una demanda, de una reivindicación social. Es la manera de poner en el mismo plano la demanda social con la oferta, si se puede hablar así. Creo que hemos vivido un periodo de vacío a partir de la caída de la Unión Soviética, porque los modelos políticos eran del pasado. Desde entonces se ha desarrollado una ideología de la imposibilidad de actuar, por eso se hace necesario pensar de nuevo y eso no se logra en forma rápida. Yo aspiraría a que el mundo académico se interesara más sobre temas muy presentes como la vejez, las enfermedades mentales y de transmisión sexual, la actitud frente a la vida humana en materias como aborto, fecundación y eutanasia, la dependencia económica, en fin. La meta urgente de los intelectuales tiene que ser ayudar a definir las alternativas de las demandas sociales que los sistemas políticos están en el deber de desarrollar.

Considero que la prioridad de ahora es defender, fomentar y re-crear la democracia, es decir, más importante que todo es ser un ciudadano, que todos tengamos como meta principal crear ciudadanos, gente con más capacidad de intervenir en la vida pública.



Alain Touraine.
Sociólogo y director de la Escuela Superior de Altos Estudios de París.

Entrevista realizada por Fernando Arellano Ortíz para www.cronicon.net


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